La cala, al ver palpitar la semilla pequeña que el caracol
llevaba en la boca, sintió la necesidad de seguirla; verde adonde nace y donde
se ve el mar; alrededor donde el sol calienta y nieva; pequeña semilla que
germinará...
Dejan atrás la ciudad gris "sin sueño" y despacio, sin prisa, a la
velocidad floja de los caracoles, emprenden el viaje. Ante ellos se expondrá un
discurso vivo, fuerte, agradable y dulce, y Cala comprenderá entonces que el
viaje hasta ese lugar desconocido que tantas veces ha imaginado y soñado no
tiene retorno.
La pequeña historia de una gran aventura.